viernes, 13 de julio de 2007

Viajes.

Librerías de Barcelona.

La librería “La Central” de Barcelona debe ser homenajeada. Sus dos sucursales son realmente exquisitas tanto para el lector casual como para el lector especializado.

Hacía bastante tiempo que no me perdía en su sucursal de la calle Mallorca. Recomiendo visitarla si alguna vez alguien viene por acá.

A diferencia de las librerías de Ámsterdam que, a mi humilde entender, están más preparadas para ofrecer un gran catálogo donde priman los clásicos y la literatura contemporánea y mucha, mucha pluralidad representada en pequeños ejemplares de grandes autores, La Central parece ofrecerlo todo.

Primero sus edificios. Diseño. Dentro del edificio uno puede pasar horas y se siente intimidado a la vez que invitado por los ejemplares que lo rodean. Todas las paredes cargadas de libros. Abrumando de manera prolija. Pidiendo muchas veces una escalera para ver el estante más alto. No hay ningún espacio donde no haya libros.

Luego, ambas sucursales están ubicadas en zonas realmente privilegiadas. Una, la del Raval, en el corazón de la ciudad vieja. La otra, la de Mallorca, en pleno centro de la Barcelona más refinada. Sin embargo, ninguna de ellas se deja intimidar por su ambiente. Lo acompaña casi de manera misteriosa. Casi con desconfianza.

Ofrece mucho. De todo. Uno puede encontrar libros en francés, español, inglés, italiano, y catalán. Priman las traducciones españolas aunque están optando ahora por ofrecer una considerable cantidad de libros en idioma original –me asombró ver libros en Alemán y Neerlandés hoy en una considerable cantidad (es raro encontrar a Hegel en alemán editado por la vieja editorial de Berlin-.

La sección de Teoría Política y Social es demasiado atractiva. La de filosofía, separada del resto, en un rincón del piso más alto (no por casualidad, mantener la división clásica del saber es parte del encanto), permite al lector sentirse aislado para tomar aire y comenzar a buscar. Hay un silencio sepulcral. De biblioteca, no de librería.

Hoy encontré cosas que son difíciles de encontrar inclusive, en amazon.com. Pluralidad, libros en idioma original, muchas ediciones en tapa dura, y mucha novedad a un precio razonable.

Recorriendo las librerías de Ámsterdam me asombró la pluralidad en escala. Esas librerías ofrecían la posibilidad que cualquier lector pueda gozar de los clásicos y tenerlos en su biblioteca. Es cierto, La Central no permite eso. Está demasiado especializada. Está demasiado fragmentada. Pero cada fragmento, a su vez, ofrece delicias para quien sabe encontrarlas. Claro está, o bien hay un café dentro de la librería o bien a menos de 3 metros, para que al terminar la compra uno pueda completar el ritual.

A diferencia de las librerías de Ámsterdam, La Central es como un vino bueno y bien guardado. Tomarlo y disfrutarlo es todo un trabajo por el que uno solo recibirá un gran gusto.

Nicolás

1 comentario:

Agustin dijo...

Muy bueno ... Lo estaba esperando.